Hace unos días se hacía publica la noticia de que cerca de 800 millones de direcciones de correo electrónico habían sido `hackeadas´ en una operación denominada Collection #1, que supondría el mayor robo de datos de la historia. Sin embargo, de todas esas cuentas sólo se encuentran 22 millones de contraseñas únicas. Eso significa que 7 de cada 10 usuarios repite contraseña en Internet.
Por este motivo, y coincidiendo con la celebración del Día Europeo de la Protección de Datos (28 de enero), IMF Business School ha elaborado un decálogo con 10 consejos para conseguir una contraseña a prueba de `hackers´ que ayude a mantener los datos a salvo:
- Cuánto más completa, mejor. Utilice un mínimo de ocho caracteres y, a su vez, combine mayúsculas y minúsculas, números o caracteres especiales para multiplicar el tiempo de hackeo.
- Reutilizar está prohibido. Use contraseñas diferentes para cada cuenta, ya sea de correo como perfiles en redes sociales o bancaria. De esta forma, si una fuera hackeada el resto continuaría a salvo.
- Memoria de elefante. Nada de anotarla en un post it y dejarlo al lado del ordenador. De esta forma, ayuda a cualquiera a entrar en la cuenta y a acceder a todos los datos.
- 123456789. Evite claves comunes y fáciles de descifrar como nombre, fechas de nacimiento o códigos recurrentes.
- Gestores de contraseñas, los mejores aliados. Estos servicios ayudan a aquellos que tienen problemas para memorizar contraseñas o que manejan un número considerable de ellas.
- Nada del documento “claves”. Muchos guardan en el escritorio un documento con todas las contraseñas, una alfombra roja para los intrusos.
- Apostar por las preguntas. Esta doble barrera reduce las posibilidades de que la cuenta sea hackeada.
- Adiós al “recordar clave”. Esta opción puede parecer maravillosa, pero se transforma en un error fatal si perdemos o compartimos nuestro ordenador o dispositivo.
- Periodicidad. Cambie las contraseñas regularmente aumenta su seguridad.
- ¡Alerta! ¡Mirones! Oculte siempre la contraseña mientras se introduce. Nunca se sabe quién puede estar mirando.