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Fundación Telefónica revela las reglas del juego digital

Fundación Telefónica revela las reglas del juego digital
Miércoles, 25 de mayo 2016

Los instrumentos que históricamente se han utilizado para proteger la competencia no son sencillos de aplicar a los actuales servicios del ecosistema digital. Expertos sugieren posibles soluciones en un marco flexible que no coarte la inversión ni la innovación.

El informe "Las reglas del juego en el ecosistema digital: Level Playing Field", coordinado por Jorge Pérez Martínez y Zoraida Frías y editado por Fundación Telefónica en colaboración con un equipo de investigación de la Universidad Politécnica de Madrid, analiza el origen de la problemática de la regu­lación asimétrica de los servicios del ecosistema digital y sus con­secuencias.

El interés de los autores ha sido el de reflexionar sobre un tema tan relevante en Europa como la creación de una verdadera igualdad de condiciones en el ecosistema digital, en especial tras la aparición de nuevos agentes que han desarrollado servicios capaces de aprovechar la conectividad que la red les brinda y el nuevo proceso de convergencia tecnológica y de mercados. Esta convergencia ha puesto en cuestión la capacidad del marco regulador actual para proteger adecuadamente los derechos de los usuarios y salvaguardar una competencia justa entre los diferentes agentes que operan en el nuevo entorno.

Estas y otras cuestiones se han abordado en la jornada “Las reglas de juego en el ecosistema digital. Level playing field”, en la que se analizó la problemática de la regulación asimétrica de los servicios del ecosistema y sus consecuencias, sugiriendo posibles soluciones basadas en la premisa  “mismos servicios, mismas reglas, misma protección”. El encuentro ha contado con el director general de Asuntos Públicos y Regulación de Telefónica Carlos López Blanco, el titular de la Cátedra Pioneers y profesor de Telecomunicaciones y Derecho en la Penn State University Robert Frieden, el director de Políticas Públicas en la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones de (ASIET) Juan Jung, el socio de PWC Tax & Legal Services Jesús Toribio, el presidente de la Asociación de Usuarios de Internet en España (AUI) Miguel Pérez Subias y el director de Public Policy deTelefónica Christoph Steck.

“El usuario es feliz porque es ignorante del uso de sus datos”, señaló Miguel Pérez Subías en un debate en el que Juan Jung destacó que “el uso comercial de los datos personales de los usuarios es el modelo de muchos servicios gratuitos” y Carlos López Blanco hizo hincapié en que “los mismos servicios tienen que estar regidos por las mismas reglas”. El secretario de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información Víctor Calvo Sotelo cerró el evento.

Todos ellos demandaron un level playing field que equilibre las reglas de juego en los servicios y que permita garantizar la sostenibilidad de to­das las vertientes del ecosistema digital: la inversión, la innovación, la competencia justa y la protección de los derechos de los usuarios.

Los avances en el campo de la microelectrónica, la liberalización del sector de las telecomunicaciones y la digitaliza­ción de los contenidos han contribuido a desarrollar un nuevo entorno en el que han surgido nuevas oportunidades de negocio, nuevos servicios y también nuevos agentes. Internet se ha convertido en una red global gracias al propósito de interoperabilidad con el que se concibió originalmente. Este aumento de la capacidad de las redes ha permitido, a su vez, en una suerte de círculo virtuoso, la aparición de otros servicios que requerían mayores capacidades, como videoconferencias, juegos en línea, televisión IP o diferentes tipos de ser­vicios en la nube. El sector de las telecomunicaciones no se configura ya como un sector independien­te, sino que ha pasado a ser parte integrante de una realidad mucho más amplia: el eco­sistema digital.

En este escenario, los nuevos agentes han desarro­llado servicios al margen del control y gestión de los operadores de la infraestructura de red aprovechando esa conectividad global, lo que les ha dado la denominación de "agentes Over The Top (OTT)".

Cada vez hay más servicios con fuertes efectos de red y, precisamente porque el valor del servicio aumenta con el número de usuarios, la mayoría de los nuevos servicios en el ecosistema digital no utilizan estándares, sino que crean tecnologías propietarias, de for­ma que consiguen que los costes de cambio sean muy altos. Estos costes de cambio limi­tan la capacidad efectiva de elección de los usuarios y crean una paradoja con relación al dinamismo del ecosistema. Cuando los nuevos mercados maduran se repite la misma dinámica: el agente que primero se conso­lida termina acaparando el mercado, en lo que se han denominado «dinámicas winner takes all».

Diferentes agentes que interaccionan entre sí a través de Internet y que compiten en la prestación de servicios finales a los usuarios conviven en el ecosistema digital. En la lucha por maximizar el retorno económico y capturar el valor futuro, estos agentes com­piten en la prestación de diferentes servicios a lo largo de toda la cadena de valor, apalancán­dose en aquellos eslabones donde su posición competitiva les permite brindar mayor valor añadido, lo que ha desembocado en un empaquetamiento de servicios cada vez mayor.

Sin embargo y a pesar de que los servicios de los nuevos agentes cumplen las mismas fun­ciones y satisfacen las mismas necesidades de comunicación de los usuarios que los servi­cios que proporcionan los agentes tradicionales, están sujetos a una normativa diferente por el hecho de ser prestados con soluciones tecnológicamente distintas.

Retos para la competencia en el nuevo ecosistema

Existen ciertos pa­ralelismos entre los servicios tradicionales de telecomunicación y los nuevos servicios del ecosistema digital, especialmente en relación con los efectos de red, las barreras de entrada al mercado y el papel de la portabilidad de servicios como elemento clave para garantizar una competencia efectiva. No obstante, los instrumentos que históricamente se han utilizado para proteger la competencia en ellos no resultan directamente extrapolables ni sencillos de aplicar a los servicios del ecosistema digital.

De hecho, la portabilidad de servicios digitales se está abordando fundamentalmente desde la óptica de protección de datos, pero los datos personales son solo una parte del conjunto de información que puede constituir una barrera para la competencia. Los identificadores (como la dirección de correo electrónico), los contenidos digitales adquiridos a través de pro­veedores de servicios integrados en plataformas que se extienden a lo largo de todo el eco­sistema, las aplicaciones o incluso muchos datos de uso de los servicios, no son portables y crean manifiestos daños al consumidor.

Por otro lado, la innovación que ha caracterizado el ecosistema está ame­nazada por grandes agentes que terminan monopolizando los mercados y que pueden supo­ner un freno a la innovación y a la competencia, en los mercados en los que están estableci­dos y también en el resto, al poder apalancarse en su posición en el mercado de origen y cuyos servicios integran. En este ecosistema no resulta fácil distinguir los comportamientos anticompetitivos de los procesos naturales de crecimiento de las empresas y sus estrategias para capturar el valor futuro. Confundir los procesos de crecimiento con los comportamientos anticompetitivos puede tener consecuencias graves al desincentivar la innovación y la capacidad de competir de empresas más pequeñas, pero lo contrario también puede llevar a la monopolización de los mercados por los agentes establecidos, lo que desemboca paradójicamente en la misma situación.

Así, los autores indican que debemos aspirar a crear marcos flexibles que permitan su adaptación a los avances tecnológicos, que no coarten la inversión ni la innovación y que no den la espalda a la realidad, y que favorezcan una visión más global que admita la convergencia en un mismo mercado de agentes que originalmente pertenecían a sectores diferentes, que garantice la igualdad de oportunidades y que proteja al usuario de servicios digitales con independencia de la naturaleza del servicio, la condición de su presta­dor o la tecnología utilizada.

Solo si los mismos servicios están sometidos a las mismas reglas pue­de conseguirse un level playing field que cumpla de forma efectiva con los objetivos de la regulación. Se hace imprescindible, según los autores, por un lado desplazar progresivamente una re­gulación ex ante diseñada con los procesos de liberalización de los mercados como telón de fondo hacia un mayor control ex post; y, por otro, reducir la regulación sectorial en favor de disposiciones transversales, en un ecosistema digital en el que resulta innegable que han convergido muy diferentes mercados, servicios y tecnologías.


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