Con el fin de sensibilizar a la ciudadanía sobre la problemática que envuelve a la producción textil, Oxfam Intermon ha lanzado en redes sociales “Se buscan Fashion Victims. Condiciones increíbles”, una oferta de trabajo ficticia que da a conocer las pésimas condiciones laborales en las que se encuentran miles de trabajadores del sector textil.
En el marco del 2º aniversario del derrumbamiento del edificio Rana Plaza en Bangladesh, el 24 de abril, en el que murieron más de mil trabajadores y trabajadoras de talleres textiles, Oxfam Intermón ha lanzado el informe “Derechos que penden de un hilo”, que pone de relieve como el comercio justo es una alternativa al sistema de producción actual de la industria de la confección, que en la mayoría de los casos incumple los derechos laborales y somete a los trabajadores, mayormente mujeres, a pésimas condiciones de trabajo.
“Derechos que penden de un hilo”
El informe centra su análisis en las maquilas de distintos países de Centroamérica, en donde más de 263 mil mujeres, un 58% del total de la fuerza laboral en el sector, trabajan en empleos que por lo general se caracterizan por los enormes déficits en derechos generando condiciones laborales precarias que llegan a ser inhumanas en muchos casos.
“El uso de Zonas Francas Textiles para exportación (ZFTE) o maquilas es una política muy promovida por los gobiernos de Centroamérica.Uno de los principales objetivos de las Zonas Francas es atraer inversión extranjera: generosos incentivos fiscales, mano de obra barata y no sindicada, así como regulaciones laxas son los “atractivos” que se ofrecen al sector privado para que invierta en Zonas Francas”, ha afirmado Déborah Itriago, investigadora de Oxfam Intermón y autora del informe.
Condiciones de explotación
Las personas que acuden a estos puestos de trabajo en su mayoría son mujeres jóvenes de entre 18 y 35 años. Las trabajadoras, además, suelen tener un nivel de escolaridad bajo, son madres con hijos a sus cargos y en una gran proporción de los casos, llevan la jefatura de hogares monoparentales y proceden de zonas rurales. Se trata de un modelo de producción y organización del trabajo que se basa en la feminización de la precariedad y la vulnerabilidad de las mujeres para crecer.
El salario mínimo mensual de maquiladoras de Centroamérica se sitúa en un rango que va entre 148 euros en Nicaragua y 300 euros en Guatemala, salarios por debajo de lo legalmente establecido para otros sectores de actividad (un 18,6% menos). Con esos salarios es imposible que una familia promedio de algunos de estos países pueda adquirir la canasta básica de alimentos.
La producción y la permanencia en el puesto de trabajo depende de los contextos internacionales (mayor o menor demanda del producto textil) y de las condiciones beneficiosas de la propia Zona Franca; y, las empresas transnacionales cierran y despiden a las mujeres sin pagar las prestaciones sociales correspondientes de forma frecuente.
Coser en una cooperativa de comercio justo
En estas cooperativas no sólo se potencia el trabajo digno de las mujeres, si no que inciden de forma muy positiva en la sociedad, creando escuelas, clínicas comunitarias y ejerciendo y promoviendo la prevención sanitaria (las mujeres realizan chequeos periódicos de salud).
Anjali Tapkire, una de las directivas de Creative Handicrafts, cooperativa de comercio justo colaboradora de Oxfam Intermón ha señalado: “No sólo las mujeres, sino también los hombres se benefician con esto. Estamos haciendo trabajos para la comunidad también, así que con todo este dinero que recibimos gracias a la industria textil lo estamos utilizando en una buena causa”.