Matar a un ruiseñor (de Twitter)

Matar a un ruiseñor (de Twitter)
Viernes, 29 de julio 2022

No, un Community Manager graciosillo que pretende abordar la crisis reputacionales de una marca a golpe de "zasca" en Twitter no es la solución.

Tengo ganas de abrir un buen melón. Y no, no me refiero a uno fresquito y azucarado para combatir los 50° a la sombra que tenemos en Madrid, sino a cierto tema del que llevo un tiempo queriendo hablar: ¿qué pasa cuando juntas Twitter, una marca con una reputación magullada y a tu cuñado recién salido del Club de la Comedia haciendo de Community Manager? Como te puedes imaginar, es peor que mezclar lejía y amoniaco. El auge de las marcas que quieren esconder su nefasto servicio con tuits para generar risa fácil está a la orden del día. Hace un par de semanas veíamos como Ryanair se burlaba del tweet de una usuaria quejándose de la falta de espacio entre asientos durante un vuelo de media distancia. “Venga, a doblar las rodillas” — decían. Se ve que un zasca lo soluciona todo (aunque no seas capaz de cubrir tus servicios mínimos, vaya). Este fenómeno del Community Manager graciosillo forma parte del conocido woke-washing que, aunque sea un término relativamente nuevo para nosotros, no deja de ser algo de lo que llevamos mucho tiempo hablando: la responsabilidad que deben tener las marcas para hacer coincidir sus acciones corporativas con sus valores de cara al público. Y lanzo un aviso a navegantes: en el mundo de las marcas con propósito, ser el cuñado de las cenas de Navidad no es la mejor forma de comunicarte con tu público objetivo. Para llegar a las nuevas generaciones, será mejor morir de pie que volar de rodillas.


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