¿No sentís cómo el FOMO se esfuma?

¿No sentís cómo el FOMO se esfuma?
Martes, 24 de marzo 2020

Sin poder salir a la calle, ni acudir a eventos, tiendas, bares ni espectáculos, lo que nos queda es volcarnos en el medio digital. Los ciudadanos lo usan estos días para todo: trabajar, informarse en tiempo real, abastecerse y alimentarse, socializar, entretenerse e incluso tratar de echar una mano, difundiendo iniciativas que pretenden mejorar la situación, como los aplausos de agradecimiento de las 20h, las cartas de apoyo a los pacientes aislados, o incluso, los retos, memes y chistes que nos sacan una sonrisa.

La respuesta de la sociedad, las marcas, los individuos… está siendo increíble y sobrecogedora. Hemos arrancado con un ritmo difícil de seguir que se traduce en una avalancha de información sin precedentes. El resultado es que todos nos sentimos un poco mareados y aturdidos.

Pero, por otro lado, es esa cantidad de información la que nos ayuda a abordar este momento más preparados y con mejores herramientas de lo que lo hemos estado nuncapara afrontar un momento como este, marcando una enorme diferencia con crisis previas como lo fue la de 2008.

En aquella crisis nos costó pasar a la acción, nos costó entender que el consumidor ya nunca sería el mismo. Y esa falta de empatía abrió una tremenda brecha en la sociedad, entre los consumidores y las marcas, provocando una crisis de confianza que seguimos arrastrando.

Hoy el problema al que nos enfrentamos es distinto. Ahora se trata de discernir lo importante dentro de toda esa avalancha de información. Información que nos puede desorientar o ayudar a entender mejor como piensa, siente y vive la sociedad esta crisis. 

El reto va a ser interpretar los datos y las señales, darnos tiempo para recopilar, analizar y reflexionar, convirtiéndolos en valor para las marcas, en estrategias que nos ayuden a ser más relevantes y útiles que nunca. Tiempo es precisamente lo que no nos damos cuando pensamos en digital, donde muchas veces la inmediatez se traga todo y la velocidad nos aleja de la calidad y del sentido.

El filósofo y ensayista surcoreano Byung-Chul Han, reflexiona sobre dos grandes temas que hoy, en plena crisis, se hacen más relevantes que nunca. Dice, por un lado, que esta sociedad había perdido el contacto físico con las cosas.

Por otro lado, el ritmo de vida frenético, y difícil de mantener, que nosotros mismos nos exigimos, obligándonos a salir constantemente de nuestra zona de confort: emprender, tener ideas únicas y visionarias, demostrar lo que nos cuidamos, nos preocupados por el medio ambiente, por la igualdad, la justicia y la sociedad… Una competición que no acaba nunca y que lo que más nos deja es sabor a frustración

Este confinamiento nos da tiempo para las dos cosas, para poder trabajar más con nuestras manos, dedicarnos a la pintura, el bricolaje,  jardinería, cocinar nuestro propio pan, manualidades con los pequeños de la casa… además de borrar de un plumazo el famoso FOMO. Sentimos de golpe como la presión social desaparece, ya no hay culpa ni malestar por quedarse en casa a descansar y relajarse porque la sensación es de que el mundo está en pausa y expectante. 

De ambos males de nuestra sociedad se suele culpar al mundo digital y en concreto las RRSS, el chivo expiatorio de todo el tiempo que nos quitan, de cómo nos aíslan, empujándonos a vivir una vida que no existe, en un mundo ficticio y falso...

Pero en esta crisis están siendo las mejores aliadas, también para las marcas y empresas, ofreciendo la increíble oportunidad de estar cerca de la sociedad, de poder hacer algo que de verdad ayude, de poner en práctica todo lo que predicamos: valores, propósito, compromiso… Conclusiones a las que todos estamos llegando. 

Habrá que hacerlo con tiento. Byung-Chul Han lanzaba una advertencia: cuidado con precipitarnos, cuidado condejamos llevarpor la presión de ser los primeros en actuar, sin importar qué vamos a decir ni cómo vamos a decirlo. Por una vez, quizá la respuesta correcta no sea la inmediatez, rapidez y agilidad, sino la reflexión y calidad en el momento adecuado, ese parar un poco el ritmo y darnos ese tiempo que necesitamos.

¿No sentís vosotros como el FOMO se esfuma? ¿Cómo, sin tantos “compromisos sociales”, nos sentimos liberados? ¿Cómo hay menos contaminación en las calles? ¿Menos ruidos? ¿Cómo todos retomamos nuestros hobbies? Aprovechamos el tiempo para volver a esos trabajos manuales que tan gratificantes son. Hoy, por primera vez en mucho tiempo, por fin voy a disfrutar de comer mi propio pan, de escribir mi primer artículo y jugar con mi hijo, esta vez sin prisas.


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