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Vídeo vertical: una cuestión de aspectos

Vídeo vertical: una cuestión de aspectos
Jueves, 27 de octubre 2016

Hubo un tiempo en el que el vídeo horizontal reinaba a sus anchas en las pantallas. Con la aparición del formato vertical se desató la polémica, ya que muchos creían que limitaba la narrativa al retrato y poco más. ¿Por qué no abrazar todo tipo de formatos para enriquecer el mensaje?

Durante años, operadores inexpertos de cámaras y teléfonos móviles han sufrido improperios, y algún que otro capón, por parte de los profesionales del audiovisual, al grabar vídeos verticales. No era para menos. Los televisores y monitores no estaban preparados para reproducir este tipo de contenido de vídeo. Grabarlo era atentar contra el espectador, aunque se hiciera de manera inconsciente.

Los defensores de antaño del vídeo en vertical aludían a las posibilidades de la fotografía. Todos podemos ver y enmarcar fotografías en formato vertical, horizontal y cuadrado. Algunos no llegaban a comprender que hasta entonces sólo existían “marcos de vídeo” horizontales. Televisores, pantallas de cine y monitores de ordenador no podían ser girados al antojo del usuario como una Tablet o un teléfono inteligente. Ahora existen multitud de plataformas donde visualizar vídeos. Son parte de nuestro día a día, y ya, sin ninguna duda, hay cabida para todo tipo de formatos.

El oficio de mirar por el orificio horizontal

Muchos eruditos del audiovisual siguen resistiéndose a los nuevos formatos. “Nuestra mirada es panorámica” afirman tras tomar un sorbo de su Gin tonic afrutado. Sus aseveraciones no están faltas de razón. El audiovisual se utiliza desde los orígenes más comerciales en formato horizontal. Puede que fuese un azar de las primeras cámaras de cine que tenían que agrupar varios fotogramas en una tira de negativo que intercalaría fotografías a velocidades que engañasen al ojo (superiores a 16 fotografías por segundo, aunque variaba según la pericia del proyeccionista).

La verdad es que el formato horizontal viene como anillo al dedo a la narrativa. En un plano horizontal es más sencillo encuadrar a dos personas dialogando, ubicar a un personaje en su entorno y extasiar con paisajes infinitos. La industria cinematográfica siempre se ha jactado de ello con formatos como el Cinemascope, que intentaba llevarnos al antiguo oeste con pantallas aproximadamente dos veces y media más anchas que altas.

Pero entonces, ¿para qué sirve el vídeo vertical?

Edificando la narrativa vertical

La fotografía vertical tiende a utilizarse para el retrato. No es extraño que el vídeo vertical sea la nueva herramienta para exacerbar egos. Snapchat o Periscope son los dos referentes de este formato. El contenido de estas plataformas se resume en personalidades hablando a sus usuarios. Apenas hay información de su entorno. Apenas interesa saber de otros personajes que pueda haber en la cercanía. Lo único importante es el protagonista de la escena. Un retrato tan cercano como descontextualizado que lleva a los espectadores a sentirse más cerca de su interlocutor. Un cara a cara que no tiene nada que envidiar al cine intimista.

Por ello, el vídeo vertical tiene mucho que contar. No es un crimen elegir la verticalidad para retratar personas, monumentos o cualquier otro elemento. Lo vertical tiene que construir sus propios parámetros de encuadre. Es posible que no sea el formato adecuado para todo tipo de situaciones, pero tampoco el formato horizontal lo es. Si, como decía Stanley Kubrick, sólo hay un plano perfecto para retratar una escena, hay un único formato para cada momento. No siempre va a ser el mismo. 

Y, en todo esto,…

¿Dónde cuadra el vídeo cuadrado?

Plataformas como Vine, Instagram o Facebook han decidido evitar la polémica con vídeos cuadrados. ¿Por qué no? ¿Alguien se anima con el formato circular?

Actualmente tenemos herramientas de edición para confeccionar vídeos en el formato que deseemos. La tecnología es tan variada y el usuario tan distinto que tenemos infinitas posibilidades. Cada formato tiene sus ventajas y desventajas. Lo importante es, antes de hacer cualquier vídeo, pensar a quién va dirigido. ¿Qué espectador queremos captar y qué plataforma utiliza? Esta pregunta no es baladí. Hay que hacérsela antes de idear cualquier narración, antes de preparar cualquier grabación, mucho antes de pulsar el botón rojo de “Rec”.

En definitiva. Vivimos en un mundo lleno de posibilidades. Utilicemos las que mejor convengan a nuestro mensaje. El vídeo es la herramienta del presente y hay muchas maneras de usarlo.

Por Juan Eladio Hernández


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