Entonces, se produjo una división de opiniones: aquellos que consideraban que utilizar la inteligencia artificial era “hacer trampas” y que hacerlo para dar forma a una presentación no estaba bien y los que defendían que era una herramienta de trabajo más, igual que usamos Excel en lugar de calculadoras.
Dejando fuera el debate de las trampas, lo que sí es cierto es que tenemos una herramienta a nuestra disposición que ha venido para quedarse y para seguir mejorando, y quienes sepan utilizarla y sacarle el máximo partido tendrán una ventaja competitiva frente al resto, como ya la teníamos los que sabíamos usar Excel al salir de la carrera, hace varios años, y ahora es una herramienta cuyo uso se da por hecho en nuestro día a día.
Surgen preocupaciones acerca de cómo esta nueva herramienta cambiará la dinámica de trabajo en los colegios y también en el ámbito laboral, además de cómo va a ser la formación de las nuevas generaciones. Pero lo que realmente debemos asumir es que la tecnología, en definitiva, tiene como objetivo facilitarnos la vida y nuestro deber es que los que vienen detrás de nosotros aprendan, desde un inicio, a usarla de manera efi ciente y, sobre todo, responsable.
Por tanto, emplear la IA, en mi opinión, no es hacer trampas si esta se usa bien (como todo), y es imprescindible que todos queramos y aprendamos a usarla lo mejor posible.
