A lo largo de la historia, movidos por la curiosidad, la creatividad o la propia necesidad, los seres humanos siempre han superado los límites de lo posible. Todas las épocas de descubrimiento e innovación comenzaron con una persona que soñó algo imposible. Lo mismo ocurre con el arte. Aunque el statu quo rara vez entiende nuestra imaginación, todos nos sentimos inspirados por esas personas que intentan algo nuevo: un medio, un método, un tema o algo totalmente distinto. Y a veces la tecnología actúa como catalizador para abrir nuevas fronteras a la propia creatividad.
Un buen ejemplo de esto lo encontramos en la historia de la fotografía. Cuando se desarrolló, muchas personas se preocuparon al creer que esta tecnología supondría el fin del arte, porque consideraban que amenazaba con trastornar importantes áreas de trabajo, como la pintura de paisajes o los retratos. Sin embargo, en muchos aspectos resultó ser todo lo contrario. Al quedar liberados de la necesidad de reproducir con exactitud la realidad, los pintores se adentraron en nuevos territorios, lo que dio lugar al surgimiento del impresionismo, el modernismo y muchas otras corrientes artísticas. Al mismo tiempo, la fotografía se convirtió en una forma de arte en sí misma, entrelazada con la tecnología y potenciada por ella.
En Google, vemos este mismo potencial con la IA que nos permite conectar, ser más productivos y dar rienda suelta a nuestra imaginación. Y estamos entusiasmados con la forma en la que interactúa con la creatividad humana. No sustituyéndola, sino potenciándola, facilitándola y emancipándola.
Hoy, en este escenario, Robert Wong, vicepresidente de Google Creative Lab, ha presentado algunos ejemplos de cómo él y su equipo han estado aplicando la IA en su trabajo, como por ejemplo:
Pero el producto final más potente no procede únicamente de la IA, sino de cómo las personas utilizan la IA, es decir, con curiosidad, creatividad y empatía. El ingrediente más importante no es la IA, sino que siguen siendo las personas. Y, aunque es emocionante ver lo que podemos hacer actualmente, también creemos que es imperativo adoptar un enfoque responsable con la IA. Construir la IA de forma responsable debe ser un esfuerzo colectivo en el que participen investigadores, científicos sociales, expertos de la industria, gobiernos y gente corriente. También es importante reconocer que la IA sigue siendo una tecnología emergente que aún se está desarrollando y que seguirá planteando nuevos retos para cuya solución aún tenemos que trabajar para poder abordarla.
Las personas creativas prosperan en tiempos de cambio. Suelen ser las primeras en probar cosas nuevas, reinventar las reglas, superar los límites y ampliar las posibilidades para todos. Su consejo para cualquiera que sienta curiosidad, pero sea prudente, es que se anime a utilizar la IA y pruebe alguna de sus nuevas herramientas. ¿Qué posibilidades observas? ¿Qué cosas puedes imaginar?
Estamos viviendo un momento apasionante. Hay tanto que podemos conseguir y, al mismo tiempo, hay tanto que tenemos que hacer bien, todos juntos.