Cuando Elon Musk se hizo con la propiedad de Twitter, le cambió el nombre, trató de “democratizar” el check azul haciéndolo un mérito de pago, entre otras novedades, empezaron a propagarse toda una serie de polémicas que no han hecho más que multiplicarse con la llegada de Threads, su reciente y mayor competidor, perteneciente a la compañía Meta.
Los que trabajamos en el sector de las redes sociales desde hace algunos años ya conocemos el habitual “modus operandi” de la compañía de Zuckerberg: adoptar en sus canales las prestaciones o funciones de éxito de otras plataformas para eclipsarlas y quitarles protagonismo aprovechando su vasta comunidad.
Lo vimos con SnapChat cuando Instagram adoptó las ya más que asentadas historias. También con Vine: la red social de vídeos de seis segundos fue todo un pelotazo en 2013 e Instagram no tardó en implementar la subida de vídeos y los loops convertidos en los populares boomerangs que marcaron sin duda una época. Ahora, es el momento de ir a por la audiencia de Musk.
Tras la pérdida masiva de anunciantes y usuarios y la sucesiva caída del valor de X (la red social ya vale un 70% menos de lo que pagó Musk por ella) parece que la aparición de Threads podría ser el mazazo definitivo para la mítica Twitter. El tiempo dirá.
